domingo, 7 de diciembre de 2014

El Señor X

Tengo un conocido al que le gusta mucho parafrasear la Biblia. No es que sea especialmente un cristiano piadoso, dice creer en Dios y esas cosas, y si le preguntan siempre se define como cristiano pero no practicante. La verdad es que si cita las Sagradas Escrituras no es por fe ni devoción sino por interés. En realidad sólo hay un versículo que se sepa de memoria y es el que se corresponde con el 8:7 de San Juan: <<Como ellos insistieron en preguntarle, se incorporó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, arrójele la piedra el primero>>.

La verdad es que sólo cita la última parte cuando le conviene. Siempre lo utiliza de excusa para justificar todos sus actos: <<Yo lo haría… pero quien esté libre de pecado que tire la primera piedra>>, <<Si ya sé que está mal… pero quien esté libre de pecado que tire la primera piedra>>, <<Bueno… al fin y al cabo quien esté libre de pecado que tire la primera piedra>>.

Todas estas cuitas siempre vienen precedidas de alguna mala idea que termina normalmente, sino en tragedia, en acciones censurables y poco recomendables. No diré el nombre de mi conocido, pues como conocido mío que es lo último que quisiera es perjudicarle con estas líneas, así que le llamaremos Señor X. 

El Señor X es un aficionado de los bares, y no sólo de esos en los que se pueden comprar bebidas. Las mujeres son su perdición y su matrimonio una tortura. En el trabajo siempre se escapa de las funciones que le son apropiadas por su cargo y en la declaración de la renta siempre se las ingenia para defraudar lo más posible. Estas cosas a veces las vende como machadas y otras como debilidades. Cuando se tratan de la segunda es entonces cuando el Señor X se acuerda de su educación cristiana y echa mano del Evangelio. 

Muchos que lo conocen balbucean de él la misma cantinela para no quedar mal cuando le preguntan: <<En el fondo no es mala persona>>, <<No ha matado a nadie>>… y un largo etcétera de fórmulas similares. Yo creo que sí que es mala persona. Siendo justos no podemos decir que un hombre sea bueno porque no haya matado a alguien, en realidad si lo hubiera hecho sería una persona malísima. Por esto, los que no han matado a nadie no pueden ser sólo una “no buena persona”. Pero la gente siempre tira de estos tópicos para no mancharse las manos y no parecer duros con aquellos que en verdad son malvados por si, algún día, les tocara a ellos ser juzgados. 

El Señor X no tiene solución, cuando parafrasea la Biblia y cuando no. Siempre se las ingenia para justificar todo el mal que hace. Su táctica suele ser la misma en todas las ocasiones. Consiste, básicamente, en reconocer el daño que hace pero busca una razón, que en verdad no es razón sino excusa, que justifique sus actos. En ese sentido es inteligente porque no pretende hacer creer a su interlocutor que no practica el mal y sí el bien. Él reconoce su mal, lo reconoce sin ningún tipo de reparo. Sin embargo siempre encuentra una fuerza externa que, de un modo u otro, le lleva a realizar los actos impíos que ejecuta sin que él pueda hacer nada para evitarlo. 

Por esto el Señor X no tiene solución. No busca el bien porque cree que el mal tiene razón de ser, que está justificado. Considera que todo el daño que hace es necesario porque no tiene origen en sus actos sino en miles de otras cosas que le llevan a él, pobre víctima del sistema y la sociedad, a actuar de la manera que lo hace. 

Alguna vez, hace años, ahora ya he tirado la toalla y aceptado que no me corresponde a mí salvar a nadie de sí mismo, intentaba hacerle entrar en razón. Intentaba que viera que todos sus actos, incluso aquellos que están condicionados por la sociedad, son suyos y que tiene la capacidad de escoger qué hacer y qué no hacer. Que toda esa patraña de “quien esté libre de pecado” no hace sino incrementar el problema porque encuentra una justificación que lo único que hace es acrecentar el mal primigenio porque, hallando razón de ser a dicho mal, éste se perpetua en el tiempo y con ello es peor aún el mal resultante de un falso razonamiento que el primero que no había sido sometido a la luz de la razón porque peca de mal per se y de mentiroso. 

Cuando el Señor X juega a ser un exégeta bíblico no puedo evitar acordarme de otro versículo de las Escrituras, Mateo 5:48: <<Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto>>. Pues si vamos a utilizar la Biblia para justificar nuestros actos que, por lo menos, sean estos actos para hacernos mejores y no peores. Pues, aún reconociendo que la perfección es una meta imposible de alcanzar, debe estar en ella puesta nuestro horizonte y nuestro punto de referencia. Como hay muchos grados de formas de ser, al menos, quedémonos con el más elevado de todos y no pretendamos aspirar a lo más bajo por no ser capaces de llegar a lo más alto. En este caso viene a mi memoria la famosa frase del filósofo que decía “estad vigilantes de vuestros actos, no sea que por miedo a la muerte nos terminemos suicidando”.  

Es lo que el Señor X ha hecho ya en vida. Ha aceptado que el mal es imposible de combatir y se ha dejado arrastrar por él. Ya no opone resistencia y se deja llevar, con suavidad, a formas de autodestrucción refinadas que malogran poco a poco su cuerpo y también su alma. Ha renunciado a su libertad para así no ser responsable de sus actos y no tener que rendir cuentas a sí mismo. Lo que no sabe es que, a pesar de su renuncia, al final el Hombre termina siempre por encontrarse consigo mismo del mismo modo que el espejo nos devuelve fielmente y sin eufemismos los años y los vicios acontecidos. Pues no debemos olvidar que el Hombre, por su propia naturaleza de ser Hombre, no puede nunca dejar de ser libre, al menos en lo que al terreno moral se refiere. 

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